El lanzamiento de una consola de sobremesa siempre despierta una acalorada discusión y, en el caso de PlayStation 5 Pro, no ha sido distinto. Parece que fue ayer cuando Sony anunció la PlayStation 5, pero no. Han pasado cinco años desde ese momento, tiempo prudencial para, desde el punto de vista de Sony, lanzar una renovación en forma de modelo Pro. Una nueva consola, la PlayStation 5 Pro, que llega con la promesa de más potencia, mejores gráficos y algunas decisiones que van a traer cola.
Desde Xataka ya hemos tenido ocasión de echarle el guante, probarla y pasar un buen rato jugando a algunos de los juegos (luego hablaremos de esto) que, a día de hoy, han sido optimizados para PlayStation 5 Pro. La comparativa la dejaremos para más adelante, porque hay mucha tela que cortar. Dicho lo cual, esta ha sido nuestra experiencia con la PlayStation 5 Pro.
Ficha técnica de la PlayStation 5 Pro
playstation 5 pro |
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DIMENSIONES Y PÈSO |
388 x 89 x 216 mm 3,1 kilos |
cpu |
AMD Ryzen Zen2 personalizado 8 núcleos, 16 hilos |
gpu |
AMD Radeon RDNA 2 personalizada Hasta 16,7 TFLOPs |
memoria ram |
16 GB GDDR6 2 GB DDR5 |
almacenamiento |
Unidad SSD personalizada 2 TB |
unidad óptica |
No Compatible con lector externo |
sonido |
Tecnología de audio 3D Tempest |
conectividad |
1 x HDMI 2.1 2 x USB-A (SuperSpeed, 10 Gbps) 1x USB-C (Hi-Speed) 1x USB-C (SuperSpeed, 10 Gbps) M.2 para amplicación de almacenamiento Puerto Ethernet |
conectividad inalámbrica |
WiFi 7 Bluetooth 5.1 |
potencia |
390W |
precio |
Sony Consola PlayStation5 Pro
Diseño: cambios palpables, en particular uno
Comenzamos hablando del apartado estético, un apartado que podríamos resumir en tres puntos: tamaño, placas y lector de discos. La PlayStation 5 Pro es más estrecha y tan alta como el modelo original. Si la comparamos con la PS5 Slim, es algo más alta. También es notablemente más ligera, pasando de 4,5 a 3,1 kilos.
Las placas laterales tienen tres bandas negras (que lucen muy chulas, todo sea dicho) y la parte inferior es más delgada porque la consola más potente que Sony ha hecho hasta la fecha no tiene lector de discos. No solo no tiene lector de discos, sino que tampoco incluye un stand para colocarla en vertical. Por 800 euros, esto habría sido un mínimo.
En el frontal tenemos dos puertos USB-C (en lugar de uno) y el botón de encendido, mientras que en la parte trasera tenemos el puerto HDMI 2.1, el conector de corriente, el puerto Ethernet para conexiones cableadas y dos puertos USB-A. Por lo demás, el diseño no ha cambiado demasiado con respecto a los modelos anteriores.
El cambio más llamativo es la falta de lector de discos y este es un punto en el que merece la pena detenerse. Si bien es cierto que el mundo del contenido multimedia se ha movido, y se mueve, hacia lo digital, los juegos en físico siguen siendo importantes. Y lo son porque permiten intercambios, segunda mano, préstamos, coleccionismo, etc.
Si bien es cierto que la consola es compatible con el lector de discos externo que ya estaba disponible anteriormente, eso supone hacer un desembolso de 800 euros por la consola y 120 euros por el lector. De repente, la consola ha pasado de 800 euros a acercarse peligrosamente a los mil euros, y eso es meterse en terreno pantanoso.
El problema de esta decisión es que los usuarios de PS4 que quieran dar el salto de PS4 al modelo Pro no podrán jugar a sus juegos en físico. De la misma forma, aquellos usuarios de PS5 que quieran no mejores gráficos, como veremos más adelante, sino más fluidez, tampoco podrán aprovechar sus discos. Hay dos opciones: o pasamos por el aro del lector externo o apostamos todo a lo digital, lo que también supondrá recomprar los juegos que ya tengamos en físico si es que queremos jugarlos en PS5 Pro.
Para Sony, esta decisión tiene que ver con el equilibrio gasto/valor y el dar opciones a los jugadores. Es un punto de vista. Otro es que el lector es un periférico prácticamente obligatorio para poder exprimir al máximo la consola. Es una cuestión de prioridades y, para mí, como jugador que gusta de tener su colección de juegos, tener una consola que los deja como poco más que un pisapapeles le resta puntos.
Básicamente, la PlayStation 5 Pro nos ata a PlayStation Store y a las ofertas que Sony lance en ella. Además, no nos olvidemos de que sin queremos jugar online tenemos que pagar PS Plus Essential por 8,99 euros al mes. Si queremos el catálogo de juegos, la cifra pasa a 13,99 euros y, si queremos el streaming en la nube y los clásicos, habrá que desembolsar 16,99 euros mensuales.
Rendimiento: más y más
Vista la consola por fuera, vamos a ver qué tal por dentro. Por quitarnos de encima los numeritos que tanto debate generan, la PlayStation 5 Pro tiene un 67% más de unidades de cálculo y una memoria un 28% más rápida. Eso, de acuerdo a Sony, supone un renderizado un 45% más rápido que, en la práctica, se traduce en una tasa de fotogramas más alta y/o estable.
La GPU de la PS5 Pro tiene 16,7 TFLOPs, una cifra bastante más alta que los 10,28 TFLOPs del modelo estándar (y que tampoco merece la pena comparar en términos absolutos). La memoria RAM permanece igual (16 GB GDDR6) pero se añaden dos gigas DDR5 para tareas en segundo plano que demanden menos. También es más glotona en términos energéticos (390W vs 340W), pero ni se va a notar en exceso ni va a necesitar esa potencia en todo momento.
Por otro lado, la compañía ha implementado PlayStation Spectral Super Resolution, a.k.a. un reescalado basado en inteligencia artificial que, grosso modo, funciona de la siguiente forma: la GPU genera un fotograma de resolución inferior a la resolución objetivo y una IA lo escala mejorando la nitidez y el detalle. Si te suena es normal, es parecido a DLSS y FSR en PC y sí, funciona genial. Lo veremos luego.
La otra gran diferencia con respecto a la generación original y el modelo Slim es que el almacenamiento interno base asciende a 2 TB, actualización necesaria si tenemos en cuenta que es una consola completamente digital y que otra cosa no, pero descargar juegos desde PlayStation Store lo vamos a hacer un buen puñado de veces. Además, en un mundo de juegos de 80, 100 y 150 GB, se agradece tener espacio de sobra para poder tener instalados unos cuantos.
Sumamos también conectividad WiFi 7, que es más una bala en la recámara para el futuro que algo que vayamos a aprovechar actualmente, cuando el WiFi 6 sigue siendo caro y prácticamente un desconocido en la inmensa mayoría de hogares. Por lo demás, la consola es bastante parecida al modelo anterior, para bien.
¿Por qué? Porque seguimos teniendo una consola que no se calienta en exceso y que apenas hace ruido. Sony ha hecho algunas cosas bien en esta generación y una de ellas ha sido mantener la temperatura y el ruido a raya, es normal que su modelo insignia siga, con acierto, esa senda.
En otro contexto, ahora hablaríamos del mando, pero estamos ante el mismo Dualsense que ya conocemos de PS5. El mando es exactamente el mismo, por lo que la experiencia es exactamente la misma. Eso, de nuevo, es una buena noticia. El mando de PS5 es fantástico y cuando el juego sabe sacarle provecho (véase ‘Astro Bot’) la experiencia sube de nivel.
Cómo es jugar en PS5 Pro
Mentiría si dijese que la diferencia entre jugar en una PlayStation 5 y una PlayStation 5 Pro es igual a cambiar de generación. Que no se me malinterprete, hay un salto en términos de fluidez y gráficos, pero la realidad es que, en lo estrictamente visual, la mejora es en detalles en segundo plano o de los que solo te vas a percatar si te paras a mirar. Si pensamos en «gráficos» como «mejores texturas y más detalle», sí, hay una mejora, pero hay que mirar con cierto ojo clínico.
Ahora bien, si hablamos de calidad gráfica y fluidez, ya es otra historia. Podríamos resumir jugar a PS5 Pro como «lo que esperábamos de PS5«. Una de las claves de la consola es, como decíamos, PSSR (el reescalado con IA), una tecnología que permite jugar con el rendimiento del modo rendimiento, pero con la calidad del modo calidad. Suena redundante, pero tiene todo el sentido del mundo.
Como sabrá todo jugador de PS5, la inmensa mayoría de juegos nos ofrecen dos opciones: rendimiento (con peores gráficos, pero 60 FPS) y calidad (con los mejores gráficos, pero 30 FPS). Hay que elegir. Con una PlayStation 5 Pro y aquellos juegos (importante esto) que hayan sido parcheados y mejorados, también, pero la elección tiene mucho más sentido porque ahora podemos jugar con buena calidad gráfica y una tasa de fotogramas por segundo más alta.
Es en ese sentido en el que la PS5 Pro sabe impresionar. Porque hay una realidad impepinable, y es que cuando estás dándote de palos con un enemigo o yendo de un punto a otro te paras a mirar el escenario, los reflejos del agua, cómo la luz de las chispas ilumina tu personaje, etc., una vez: la primera. El resto de las veces esas cosas pasan al segundo plano. Ayudan a la inmersión, pero no son capitales en el gameplay, en la experiencia jugable.
Sin embargo, la fluidez sí marca la diferencia. Pasar de 30 a 60 FPS es como la noche y el día, no hablemos ya de 120 FPS. Que la PlayStation 5 Pro consiga ofrecer un nivel de detalle propio del modo calidad/fidelidad, con el trazado de rayos, los reflejos mediante RT y demás tecnologías activadas, pero a 60 FPS es glorioso. Esa es la palabra, glorioso.
Que sí, compro el argumento de que con el modo calidad el nivel de detalle, la distancia de dibujado y algunas texturas se ven de locos, no lo niego, pero prefiero sacrificar ese mínimo detalle (cuyo impacto en el día a día podríamos discutir) a cambio de más fluidez. Es ahí cuando la consola saca pecho y cuando, al volver a una PS5, notas la diferencia. No en las texturas, no en lo bien definidas que están las ramas de un árbol, sino en moverse con una calidad buenísima a 60 FPS.
Como sucede con otras tecnologías de reescalado con IA, podemos detectar pequeños artefactos si nos ponemos a buscarlos, pero ciertamente no es algo que vayamos a notar a diario. Además, no podemos perder de vista la distancia a la que jugaremos (o deberíamos jugar) si tenemos la consola en un salón.
Si tuviera que resumir la experiencia, lo haría con esta frase: «jugar en una PlayStation 5 Pro es como esperaba jugar en una consola next-gen». Como jugador, no quiero tener que preocuparme de toquetear modos, texturas y pestañitas para que el juego vaya fino. Quiero que el juego se vea bien y se mueva fluido, punto. Eso es lo que consigue PS5 Pro, esa es la magia de la consola y es, sin duda, su principal argumento.
Esa es la teoría, claro, porque en la realidad ahora hay más modos que nunca. Hay modo fidelidad y calidad para PS5, modo fidelidad y calidad para PS5 Pro, dependiendo del juego hay modos dedicados solo disponibles en PS5 Pro (el modo Pro de ‘The Last of Us‘ o el modo ‘Versatilidad’ de ‘Final Fantasy VII Rebirth‘, por ejemplo)… En cualquier caso, la clave es esa: jugar a más de 30 FPS ya no significa sacrificar la potencia visual de los juegos. Al fin.
Ahora bien, hay matices. Para poder acceder a estas bondades hay que jugar a juegos parcheados que aparecerán en la tienda como «Mejorado para PlayStation 5 Pro». Esos juegos son los que aprovechan la tecnología de la nueva consola de Sony. ¿Qué quiere decir eso? Que sacarle más o menos provecho a la consola dependerá de que los desarrolladores lancen los correspondientes parches.
Cabe esperar que los grandes AAA que están por venir lleguen con estas mejoras, pero es algo que no podemos asegurar. De la misma forma, tampoco sabemos qué juegos de PlayStation ya lanzados serán actualizados. En el momento del lanzamiento habrá unos cuantos, como ‘Ratchet & Clank: Una Dimensión Aparte‘, ‘Marvel’s Spider-Man 2‘, ‘Alan Wake 2‘, ‘The Last of Us Part 1’ y ‘Part II Remastered‘, ‘Horizon Forbidden West‘ y ‘Hogwarts Legacy‘, entre algunos otros.
Y más vale que los tengas en digital o, en su defecto, que compres el lector de discos. Yo tengo ‘Horizon Forbidden West’ y ‘Hogwarts Legacy’, que han sido mejorados para PS5 Pro, en físico y no he podido probarlos porque, a pesar de tenerlos, a efectos prácticos y desde el punto de vista de PS5 Pro, no los tengo.
En lo que concierne a los juegos de PS4, podemos activar una opción para mejorar su calidad que, en esencia, fuerza un aumento de resolución de algunos juegos. Se nota una mejora, pero aquellos que esperasen un ‘Bloodborne‘ a 60 FPS tendrán que seguir esperando. Se aprecia una mejora de nitidez (curiosa en algunos casos) en ciertos títulos, pero no es un remedio mágico.
Esta opción, por algún motivo, viene desactivado de serie y se tiene que activar en los ajustes. Recomiendo hacerlo, si hubiese algún error o fallo siempre estamos a tiempo de revertirlo y, aunque los FPS no mejoren, ese aumento extra de resolución y nitidez siempre se agradece.
PlayStation 5 Pro, la opinión de Xataka
La PlayStation 5 Pro nos ha dejado con sentimientos encontrados. Es obvio que el rendimiento es superior al de una PlayStation 5 y que las mejoras en la relación calidad gráfica/fluidez son fantásticas, eso es innegable. Es más, añado que es algo de lo que es difícil desprenderse. Acostumbrarse a lo bueno es fácil y una vez has jugado a un juego con los detalles del modo fidelidad con la fluidez del modo rendimiento, volver a los ajustes gráficos de la PS5 estándar es… raro.
El problema es que ese salto de calidad implica un desembolso muy alto. Estamos hablando de una consola de 800 euros, más de 900 euros si le sumamos el, desde mi punto de vista, prácticamente obligatorio lector de discos externo. Estamos metiéndonos en precios que se acercan peligrosamente a los de un PC a cambio de conseguir una experiencia que ya se prometió con la consola original.
Por otro lado, no es ningún secreto que sacarle todo el jugo a esta consola queda en manos de los desarrolladores, que ahora tendrán que actualizar los juegos ya lanzados para aprovechar la PS5 Pro. Cabe esperar que los futuros ya lleguen mejorados para la consola (sí, te miro a ti, ‘GTA VI‘), pero a diferencia de los juegos de PC, que están desbloqueados, en consola estamos más a merced de los estudios.
La PS5 Pro es una consola potente, la prueba de que las consolas de sobremesa también pueden ofrecer una calidad gráfica soberbia si se apoyan en la inteligencia artificial, práctica más que habitual en PC. El precio a pagar por este salto es alto y dependerá del bolsillo de cada uno. Yo, como jugador que tiene una PS5 estándar, no dejaría mi consola de lado por pasarme a una PS5 Pro y, de tener una PS4, me pensaría dos veces si pagar un mínimo de 800 euros por una consola sin lector de discos. Más el online, claro.
¿Es una evolución decente para un modelo Pro? Sin lugar a dudas. No es la evolución que podríamos esperar de la futurible PlayStation 6, pero la mejora es evidente y negarlo una mentira. Ahora bien, queda en manos del usuario poner la mejora en fluidez en un lado de la balanza y el precio en otro, y tomar una decisión. Y no será fácil, porque si algo nos ha dejado claro la PS5 Pro es que es café para los muy cafeteros.
Sony Consola PlayStation5 Pro
Imágenes | Xataka
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