De absolutamente adictivo lo califican los jugadores que se acercan a este juego independiente que está arrasando en las listas de ventas: un millón de copias vendidas a mediados del mes pasado, cuando ‘Balatro’ aún no llevaba ni un mes a la venta. No es su única marca sorprendente: en una hora había recuperado todo el dinero que se había invertido para crearlo, y en solo unas horas más ya había ingresado un millón de dólares. Este éxito ha pillado completamente por sorpresa a su responsable, un solo programador que ya está preparando la versión para móviles.
Cómo nace. Para hacernos una idea de la minúscula escala en la que se mueve ‘Balatro’ (y la razón por lo que su éxito resulta aún más asombroso) hay que recalcar que solo tiene una sola persona detrás, oculto tras el seudónimo LocalThunk. El origen del juego está, como tantas otras apuestas independientes de la época, en su planteamiento como una forma de distraerse y distraer a los amigos de su creador en los tiempos del confinamiento. Una pequeña distribuidora, Playstack, apostó por él, y ahí empezó todo.
Origen chino. El póker es en realidad una máscara (una skin, si se quiere) para un juego que usa su famoso referente como punto de partida, pero que en realidad se basa en el Big Two, juego de cartas chino donde el dos en vez del as es el número de más valor. Además, las manos que posee cada jugador se pueden incrementar hasta que cada jugador llega a manejar trece cartas. La terminología y la estética del póker sirve así como una especie de cobertura azucarada para hacer tragar la píldora de las novedosas reglas del juego al espectador ajeno a las apuestas, con palos y combinatorias que resultan familiares a todo el mundo.
Por qué no es póker al uso. El punto de partida es similar al del popularísimo juego de cartas: hay que usar las manos que se nos van repartiendo para combinarlas de la forma que nos den más puntos. Cada carta es un punto, salvo el dos que son dos puntos, el ocho que son ocho y las cartas con figura y ases, que son diez y once. Las combinaciones clásicas del póker son multiplicadores. Por ejemplo, un Full multiplica por cuatro. Y los comodines, cada uno con su personalidad, aplican también multiplicadores, como el que duplica la primera mano que hayas tenido o el valor de distintas cartas que se hayan usado.
A acumular mazos. Es decir, está claro que no estamos ante un juego de póker, sino ante uno de construcción de mazos, en la tradición de éxitos recientes como ‘Slay the Spire’ y sus múltiples variantes, entre las que están el millonario ‘Marvel Snap!’. La popularidad de este tipo de juegos es tal que ha llevado a Steam (sin duda arrastrado por el éxito de ‘Balatro’), a proponer un Deckbuilders Fest que acabó la semana pasada y que dio visibilidad a variadísimos títulos del género como ‘Aces & Adventures’, ‘Friends vs Friends’, ‘Ash of Gods: The Way’, ‘Star Survivor’, ‘Shogun Showdown’, ‘Pirates Outlaws’, ‘ORX’ o ‘Chrono Ark’.
El secreto de su éxito. Como sucede en tantas otras variantes del esquema roguelike, su imprevisibilidad es su mejor arma. Frente a esquemas muy rígidos (cada partida tiene, invariablemnte, ocho secuencias, cada una consistente en tres manos; si se gana se puede seguir en lo que se llama ‘modo infinito’, pero la partida habrá acabado), tenemos la incertidumbre total de que las cartas que se reparten llegan completamente al azar. Cada partida es totalmente distinta.
Cárgate el juego. Cómo decían en este artículo de Polygon, uno de los mayores hallazgos de ‘Balatro’ es dar la posibilidad al jugador de romper el juego (o darle la sensación de que puede hacer), dejando como una posibilidad totalmente factible que los multiplicadores se acumulen hasta que el jugador sea capaz de reventar con montañas de puntos al contrincante. Por supuesto, no es fácil: hay que hacer muchos números y elaborar una cuidadosa estrategia, pero cuando se consigue, el jugador no solo tiene la sensación de haberle dado una paliza al rival, sino al mismísimo sistema. Y no hay nada más adictivo que eso.
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Author: John Tones