Alekséi Pázhitnov, el programador ruso que creó Tetris: tardó 10 años en cobrar por su trabajo y ahora es millonario

Alekséi Pázhitnov, el programador ruso que creó Tetris: tardó 10 años en cobrar por su trabajo y ahora es millonario

Es más que probable que el nombre de Alekséi Pázhitnov no te suene en absoluto. Sin embargo, seguramente has pasado las horas muertas tratando de encajar las piezas del juego más vendido de la historia, con más de 520 millones de copias vendidas: Tetris.

La historia de Alekséi Leonídovich Pázhitnov y Tetris es cuanto menos curiosa, sobre todo porque su creador tuvo que esperar más de una década en la que todos los comercializaban el adictivo juego se hacían millonarios, excepto su creador que durante todo ese tiempo no recibió ni un rublo por derechos de autor y tuvo que enzarzarse en una batalla legal para que se le reconocieran.

Lo más sorprendente de todo ello es que Pázhitnov realmente no había dado su permiso para comercializar un juego al que ya han jugado más de 1.000 millones de personas e incluso ha sido objeto de estudios científicos por sus beneficios en el desarrollo de mecanismos cerebrales, para ayudar a los cuadros de estrés postraumático y al síntoma del ojo perezoso.

El origen de Tetris

En 1984, Alekséi era ingeniero de software del Centro de Computación de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética de Moscú. Allí, junto a sus compañeros Dmitri Pavlovski y Vadim Gerasimov ideó un juego matemático que se basaba en un rompecabezas tradicional llamado Pentominó, en el que se colocaban una serie de piezas con distintas formas dentro de una caja para rellenar ese espacio.


Pentominó

Desde sus inicios, el juego fue todo un éxito entre los compañeros de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Quien jugaba a Tetris se quedaba hipnotizado con él, y eso que la única plataforma en la que se ejecutaba en sus inicios no era capaz de representar gráficos, por lo que las piezas estaban formadas por corchetes.

En 1985, Alekséi Pázhitnov mejoró su juego añadiéndole colores y creó algunas copias para sus amigos fuera de la academia. A partir de ese momento, el juego corrió como la pólvora, llegando a todos los rincones de la Unión Soviética y el resto de países del bloque comunista.

«No sabíamos que el software podía considerarse como un producto protegido. La idea de obtener dinero por el programa nos sonaba realmente extraña y ridícula», declaró Alekséi a la británica BBC.

Un acuerdo poco ortodoxo y un oportunista

En la era soviética, los derechos de la propiedad intelectual eran propiedad del Estado, y estas creaciones podían ser distribuidas libremente por todos los rincones al otro lado del Telón de acero. Por ese motivo, el juego llegó a manos del empresario húngaro Robert Stein, que exportaba juegos y programas informáticos a occidente.

El empresario contactó con el Centro de Computación en Moscú sin demasiado éxito, pero haciendo gala de una gran constancia llegó hasta Alekséi Pázhitnov y le propuso un pago anticipado de 12.000 dólares por la licencia del juego en occidente. La respuesta de su creador fue que estaban interesados y dispuestos a negociar, respuesta que el empresario interpretó como un sí, iniciando la comercialización en occidente.

Stein ofreció el juego a la británica Mirrorsoft, todo un gigante del entretenimiento en los 80. Tal y como sucedió en la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, a los ingenieros de Mirrorsoft les enganchó Tetris, por lo que, al tiempo que firmaban con Stein su distribución en Reino Unido, ya estaban negociando la distribución del juego en Estados Unidos.

Tetris: el juego que logró escapar de la URSS

A finales de los 80, las grietas en el Telón de acero eran más que evidentes y los contactos entre los presidentes Ronald Reagan y Mijail Gorbachov para negociar el inicio del desarme nuclear y el fin de la Guerra Fría causaron una auténtica fiebre en EEUU por todo lo que viniera del otro lado del Telón de acero. Y ahí entró en juego Tetris, promocionado en su campaña de marketing como «El juego que escapó de la URSS”. Todo ello, recordémoslo, sin que Stein hubiera conseguido realmente los derechos de Tetris.

La cosa llegó a mayores cuando Stein licenció Tetis a Atari y Sega, y fue aquí cuando comenzaron a sonar los tambores en Moscú de que un juego ruso estaba arrasando en medio mundo y ellos no sabía nada.

“Cuando estamos a punto de lanzarlo, recibimos un télex de una compañía llamada Elorg, de la que nunca hemos oído hablar afirmando que estamos lanzando Tetris ilegalmente porque les pertenecía y nunca habían dado permiso para hacerlo”, recuerda Stein en la BBC. ELORG era la abreviatura de Elektronorgtechnica, la organización gubernamental que se encargaba de la importación y exportación de hardware y software en la Unión Soviética.

Finalmente, tras arduas negociaciones con el Estado ruso, Stein consiguió un contrato y la autorización de venta de Tetris. El dinero comenzó a llegar a espuertas paro todo aquel que conseguía una licencia para comercializar productos de Tetris. Todos excepto los rusos y su creador.

La hábil negociación de Nikolai Belikov, director de Elorg, con Nintendo y Stein, en el que los dueños de Mirrorsoft fueron los grandes perdedores, devolvieron el control de los derechos al estado ruso. Eso sí, no sin riesgo de comenzar un incidente diplomático entre Reino Unido y Rusia en el que incluso tomaron cartas en el asunto el servicio de inteligencia ruso (KGB) y destacados miembros del Kremlin.

Tras una década, el dinero llegaba a su creador

Tras la caída de la Unión Soviética, Aleksey consiguió que el estado ruso le reconociera sus derechos de autor sobre el videojuego, y le permitió mudarse a Estados Unidos.

Allí, se unió al psicólogo Vladimir Pojilko y al empresario Henk Rogers, que había negociado años atrás con Nikolai Belikov la cesión de derechos para Nintendo. Los tres fundaron The Tetris Company en Estados Unidos, lo cual permitió a Alekséi Leonídovich Pázhitnov convertirse en un hombre millonario al comenzar a percibir los beneficios de su idea original.

20 años más tarde, Tetris ya había generado a la compañía de su autor 20.000 millones de dólares y continuaba licenciándose para nuevas plataformas y formatos.

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Imagen | Flikr (Jordi Domènech i Arnau, Eunice Szpillman, Aldair Tetrovisk)

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